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la convocatoria de una semilla:

fundamentos y dinámicas del desarrollo constitucional de puerto rico

Puerto Rico, apretado haz de resistencia espiritual frente a los

nacionalismos destructores de la paz y de la esperanza del hombre, es

imagen en el corazón de su gente, que su gente pone hoy y para siempre

en su bandera.

Cultura de libertad, de trabajo, de serenidad, de justicia, de generosidad;

cultura que ve al prójimo y no cree que hay extranjero; cultura modesta

y buena en su vivienda, a gusto en sus quehaceres, resguardada frente

al infortunio, abundante y sencilla en la mesa, alegre en la fiesta, sin

pobreza y sin hábitos enloquecidos de consumo, viril en la defensa del

derecho, que valora al hombre más por lo que quiere hacer que por lo que

se proponga adquirir, reverente en el amor de Dios. Esta es la imagen de

nuestro pueblo que ponemos, con el hondo cariño de nuestra alma, en la

bandera del Estado Libre Asociado de Puerto Rico que ahora voy a izar en

nombre de todos los puertorriqueños.

¡Y así Dios la bendiga!

190

Los procesos constituyentes son un reflejo de una cultura democrática

que valora, sobre todo, el respeto a su electorado. De la misma forma,

abre cauces a las minorías y busca forjar consensos, pues entiende que

estos son vitales para la fortaleza de una convivencia de paz y armonía,

en la cual las diferencias no obliguen a la destrucción del adversario, sino

a la adjudicación democrática de sus ideas.

Esa generación legó el mensaje de creatividad política, de sensibilidad

ante el dolor ajeno y del sentido épico de forjar en realidades las

aspiraciones de justicia de su gente. Rebeldes a la mediocridad, con

ideales atemperados por las realidades, legaron un reclamo a la excelencia

y un sentido honrado de la autocrítica con conciencia de nuestras

limitaciones. Pero, sobre todo, legaron la libertad de tener esperanza y

de fundamentar nuestro quehacer en los medios democráticos de darle

vida. Esa esperanza forjada por el efecto y el dolor: «Hubo veces en que

Puerto Rico aparecía ante mis ojos como una interminable vereda entre

montes y vegas y caras adoloridas. La vereda fue mi casa y mi camino,

y el dolor y el afecto humano mi compañía; y entre el dolor y el afecto,

como una tenue semilla, la esperanza».

191

El cultivo de la esperanza es

190 Luis Muñoz Marín,

Al izar nuestra bandera,

Mensaje del 25 de julio de 1952, mímeo, p. 3.

191 Luis Muñoz Marín. Mensaje del 17 de julio de 1951, mímeo, p. 4.