119
la convocatoria de una semilla:
fundamentos y dinámicas del desarrollo constitucional de puerto rico
Puerto Rico, apretado haz de resistencia espiritual frente a los
nacionalismos destructores de la paz y de la esperanza del hombre, es
imagen en el corazón de su gente, que su gente pone hoy y para siempre
en su bandera.
Cultura de libertad, de trabajo, de serenidad, de justicia, de generosidad;
cultura que ve al prójimo y no cree que hay extranjero; cultura modesta
y buena en su vivienda, a gusto en sus quehaceres, resguardada frente
al infortunio, abundante y sencilla en la mesa, alegre en la fiesta, sin
pobreza y sin hábitos enloquecidos de consumo, viril en la defensa del
derecho, que valora al hombre más por lo que quiere hacer que por lo que
se proponga adquirir, reverente en el amor de Dios. Esta es la imagen de
nuestro pueblo que ponemos, con el hondo cariño de nuestra alma, en la
bandera del Estado Libre Asociado de Puerto Rico que ahora voy a izar en
nombre de todos los puertorriqueños.
¡Y así Dios la bendiga!
190
Los procesos constituyentes son un reflejo de una cultura democrática
que valora, sobre todo, el respeto a su electorado. De la misma forma,
abre cauces a las minorías y busca forjar consensos, pues entiende que
estos son vitales para la fortaleza de una convivencia de paz y armonía,
en la cual las diferencias no obliguen a la destrucción del adversario, sino
a la adjudicación democrática de sus ideas.
Esa generación legó el mensaje de creatividad política, de sensibilidad
ante el dolor ajeno y del sentido épico de forjar en realidades las
aspiraciones de justicia de su gente. Rebeldes a la mediocridad, con
ideales atemperados por las realidades, legaron un reclamo a la excelencia
y un sentido honrado de la autocrítica con conciencia de nuestras
limitaciones. Pero, sobre todo, legaron la libertad de tener esperanza y
de fundamentar nuestro quehacer en los medios democráticos de darle
vida. Esa esperanza forjada por el efecto y el dolor: «Hubo veces en que
Puerto Rico aparecía ante mis ojos como una interminable vereda entre
montes y vegas y caras adoloridas. La vereda fue mi casa y mi camino,
y el dolor y el afecto humano mi compañía; y entre el dolor y el afecto,
como una tenue semilla, la esperanza».
191
El cultivo de la esperanza es
190 Luis Muñoz Marín,
Al izar nuestra bandera,
Mensaje del 25 de julio de 1952, mímeo, p. 3.
191 Luis Muñoz Marín. Mensaje del 17 de julio de 1951, mímeo, p. 4.