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discurso de aceptación de doctorado honoris causa del dr. manuel maceiras fafián
los compañeros profesores, para que mantengan la subsistencia en
el empeño de seguir estudiando e investigando, continuando cada
día su formación científica con la máxima seriedad, para concluir
sus tesis doctorales quienes ya las han iniciado, y decidiéndose otros
a emprender la misma senda. Les aseguro que tendrán cumplida
recompensa, inmensa satisfacción, aunque no sea un camino de rosas el
que conduce al final. Porque conozco las dificultades, tras un centenar
de tesis doctorales dirigidas, y yo mismo las he experimentado, no
puedo dejar de congratularme y felicitar con sincero afecto, a todos
cuantos ya han alcanzado el grado de Doctor, entre los que incluyo a
las dos profesoras de Literatura de esta Universidad, recientemente
doctoradas en la Universidad de Valladolid.
Incapaz de prescindir de los sentimientos, me permitiré dos
últimas expresiones de mi gratitud. La primera, dirigida a mis
queridos maestros salesianos, y a mis muchos y magníficos maestros
universitarios, que personifico en el magisterio de Paul Ricoeur. Y,
por último, con la venia y comprensión de ustedes, debo expresar
entrañable agradecimiento a mi familia, a mi esposa e hijos, a mis
nietos, Marta, Gabriel y Miguel. Lo digo ante ustedes con íntima y
sincerísima convicción: han sido la subsistencia en el amor, el sosiego
y la paz familiar, de los que, gracias a Dios, he disfrutado durante toda
mi vida,
los que me han estimulado a no dejar de estudiar, dedicarme
a la investigación, escribir y cumplir con alegría cotidiana mis tareas
docentes y académicas.
gratitud por la novedosa cosmovisión humanista que el
cristianismo aportó a la civilización occidental
Superada la prueba de los afectos, paso a la que, comohe adelantado,
considero segunda instancia del agradecimiento, con matices menos
personales, pero de más hondo y compartido significado. Es el
reconocimiento por los inmensos beneficios que, como seres humanos,
hemos recibido de la cosmovisión cristiana, valorada a partir de las
exigencias de la crítica histórica, no teológica ni religiosa –que no es
mi cometido– sino de simple estudioso de las ciencias, las filosofías y
la cultura occidentales.
Desde esa perspectiva, consideré siempre un deber de honradez
intelectual, manifestar públicamente el agradecido reconocimiento a
la herencia cristiana, que irrumpe en la historia como acontecimiento