Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico
146
Un saludo a los Directores y Principales de Colegios y a todos los
que tienen que ver con la educación católica. Nada mejor que
reunirnos para darnos el abrazo de la paz y emprender con animo
e ilusión el camino del “muy noble, muy beneficioso, muy meritorio,
muy útil, muy necesario, muy enraizado en nuestra naturaleza, muy
conforme a razón, muy de agradecer, muy agradable y muy
glorioso ministerio de la enseñanza”, en palabras de San José de
Calasanz, de quien se dice que fue el más pedagogo de los santos
y el más santo de los pedagogos, y a quien, según el historiador
alemán Ludovico Von Pastor, corresponde la fundación de la
primera escuela gratuita de Europa
.
Y es que San José de Calasanz estaba totalmente convencido de
que si desde la más tierna edad se imbuía a los niños en la piedad
y en las letras, se tendrían en el futuro buenos ciudadanos y buenos
hijos de la Iglesia.
Su objetivo de educar desde los años infantiles era la globalización
del método preventivo a toda la educación cristiana, más allá del
aspecto puramente pedagógico. Calasanz quería, no sólo educar
a todos, sino comenzar a hacerlo antes de que cada uno perdiera
su maleabilidad. De ahí que considerarse la enseñanza como
fundamento y compendio de todos los demás ministerios, a los que
abre camino.
Con el beneplácito la Superintendencia de Escuelas Católicas
propone el valor de la vida y la dignidad de la persona humana
como la línea conducente a lo largo y ancho del curso escolar.
La educación es un bien que debe ser valorado por todos los
ciudadanos, pero muy en especial por los educadores católicos.
Debemos ser los primeros convencidos, entusiastas del ministerio.
De la calidad de la educación depende la calidad de la vida. Y si
partimos de que educamos personas, que lo que tenemos entre
manos son personas humanas, a las que debemos ayudar a crecer