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pontificia universidad católica de puerto rico
Más tarde, en 1915 le escribía a don Rosario Canales que «nuestra
misión consiste en demostrar que nuestro país sabe gobernarse».
133
Días
antes de morir, el 15 de noviembre de 1916, Muñoz Rivera confió a don
Antonio R. Barceló lo que se conoce como su testamento político, en el
cual sentenciaba:
El camino está firmemente trazado. El porvenir de Puerto Rico consiste
en afianzar, en consolidar su política dentro de una sincera amistad y una
franca compenetración con el pueblo de los Estados Unidos.
Grandes son las cuestiones que se agitan en la vida política de Puerto Rico
y muchos los enemigos que nos rodean creando dificultades a nuestros
esfuerzos. Necesitamos la ayuda de Estados Unidos para resolverlos,
para escudarnos detrás de su fuerza y ampararnos en sus grandes
instituciones.
El programa de Miramar nos puso en ese camino y de él no debemos
desviarnos, y allá en Washington, el
bill
Jones es la primera base de
nuestra evolución. No es el
bill
todo lo que hubiéramos querido, pero si
al implantarlo demuestra su capacidad nuestro pueblo seguramente una
serie de reformas más liberales habrán de sucederse.
Todos los jefes de gobierno elegidos en Puerto Rico. El gobernador
elegido por el pueblo. Casi la independencia, o un estado de libertad tal
que nada podría envidiar, no ya a las colonias inglesas, sino de cualquier
Estado de la unión.
Aunque la finalidad del problema es la independencia de nuestra patria,
debemos tener una confianza, una fe absoluta en el gran pueblo bajo cuya
influencia y bajo cuya protección ha de decidirse nuestra suerte.
Y así marchar, dejando que el pueblo de Puerto Rico decida su suerte de
acuerdo a las circunstancias que le depare el porvenir.
Nada más, y eso es bastante, si llegan a comprenderlo bien los
puertorriqueños y a compenetrarse de que esta es la única vía posible
para su libertad y para su felicidad.
134
133 Íd.
134 Bolívar Pagán,
Historia de los partidos políticos puertorriqueños (1898-1956
),
Tomo I
, Librería Campos, San
Juan (1959), p. 178.