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conscientes del tiempo ni de la muerte, vaya entonces que si

van a tener eso que llamamos preocupación. Para nada. Sólo

el hombre carga con este peso metafísico diría, porque no es

el peso de una masa tangible sobre la espalda. Es el reto

moral de crear con la vida que se tiene una obra lograda,

valiosa.

Es importante intentar reflexionar sobre cómo se puede vivir

una vida buena que nos permita responder con paz interior a

la pregunta ¿qué has hecho con tu vida? Michel Foucault

veía con lucidez que la vida es el material que tenemos para

construir la existencia, como un escultor que encuentra el

mármol en bruto para sacar de él una obra lograda. Así, como

escultores de nosotros mismos, que es como pensaba

Nietzsche que debíamos ser, como artistas con un quehacer

monumental, trabajamos día a día acertando y errando en

cada golpe, que son golpes de decisión, al filo de la libertad,

a la que sólo nosotros podemos empujar y de la cual debemos

responder. Son nuestras buenas y malas decisiones la

materia de nuestra memoria vital, de nuestro carácter. El

éxito o el fracaso, el avance o el retroceso, el estancamiento o

la marcha continua no es asunto de los otros, de los que me

rodean, como la cobardía moral nos hace a veces decir: “no

logré ser lo que quería ser porque mis padres me dañaron la

vida, o fue la situación de mi país, o del mundo”. En la

mayoría de los casos, todo eso es mentira, es el autoengaño

para encubrir la verdad terrible de que no hemos tenido el

coraje para luchar con dignidad para hacernos a nosotros

mismos derechamente. ¿Por qué evadimos tomar las

herramientas para empezar y continuar la construcción de

nuestra obra vital?, o, ¿por qué si las habíamos tomado las

dejamos a mitad de camino, o mucho antes?

Es importante anotar que la juventud siente también una

fascinación por emprender grandes proezas. Por ello los