que hoy llamamos sinergia, el aumento de la fuerza por una
acción común. Esa convivencia entre amigos es un estímulo
continuo a adelantar
el proyecto de vida
que caracteriza a
una existencia encaminada a mejorar su esencia vital. Es la
admiración mutua que acompaña la amistad que hace ir
incorporando las cualidades del otro como si fuera una suerte
de modelo presencial que ilumina nuestra vida. Por eso
apuntaba Cicerón que hay una constante corrección
recíproca entre los amigos, pero no por la recriminación de los
defectos sino por el modelaje espontáneo que uno encuentra
en el otro. También Michel Foucault dice, “[P]ara ocuparse
bien de sí, es preciso escuchar las lecciones de un maestro.
Uno tiene necesidad de un guía, de un consejero, de un
amigo, de alguien que nos diga la verdad”
6
Y Michel Onfray,
filósofo de la nueva generación francesa, acota bellamente
“Recuerdo que Deleuze, hablando de Guattari,
llamaba
escritura a cuatro manos
la relación que los unía, que
los une. La muerte de un amigo es un agujero en el alma,
imposible de llenar: es el mismo que se colma cuando la amis-
tad aparece”
7
.
Dos cosas hay que aclarar. Hablamos del amigo, como si
fuera uno solo. Eso no es ni debiera ser así, lo más propio es
hablar de los amigos. Y además por la pobreza del lenguaje da
la impresión que hay amistad sólo entre varones y esto es
absurdo. Incluso en la historia encontramos parejas de
amigos célebres pero se silencia o ignora la amistad entre
grandes mujeres. Tampoco se habla de la amistad entre
mujeres y hombres. Quizás en este sentido el modelo más
hermoso, y afortunadamente existe, es la amistad de Jesús
con múltiples mujeres, en una época en que la mujer era un
ser socialmente invisible, aunque fuese el pilar de su familia.
Con todo lo hermosa y valiosa que es la amistad ésta tiene un
límite. Celebro sobre este aspecto un refrán que nos recuerda
6
Foucault, Michel,
ob.cit
. pp. 116ss
7
Onfray, Michel (2000)
La construcción de uno mismo.
Libros Perfil. Buenos Aires, p. 185