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Si ustedes se fijan, para San Pablo los elementos que forjan la vida

familiar son: el amor, la oración, la paz de Cristo, la palabra de Dios

y la acción de gracias, y, muy importante, el perdón mutuo.

Déjenme decirles que el perdón es una virtud eminentemente

doméstica.

Cada día estoy más convencido que la mejor escuela, el mejor

templo, es la familia. La familia es fuente de vida cristiana y escuela

de virtudes. “Lugar” en el que se aprenden el amor cristiano, la

entrega y olvido de sí, el perdón la comprensión y el respeto, la

pobreza y la austeridad, la justicia y la verdad, la paz y la

tolerancia, el diálogo, el espíritu de trabajo y la alegría evangélica.

La familia es escuela de oración, educadora de la fe, y escuela de

virtudes sociales: de espíritu de sacrificio frente al hedonismo; de

desinterés frente al cálculo; de servicio frente a la comodidad; de

derechos y deberes.

Definitivamente, el bienestar de la sociedad comienza en la familia,

depende de la familia y termina en la familia.

Quizás los cristianos no hemos sido siempre conscientes de la

riqueza de los dones divinos. Es preciso de todo punto recuperar los

valores espirituales y cristianos de la familia. En la vivencia de la fe,

la acción de la familia es de absoluta necesidad.

Se hace igualmente preciso resaltar los valores familiares en el

mundo de hoy: la fidelidad conyugal, el amor de los padres a los

hijos, la veneración y deberes de los hijos para con los padres, la

dignidad de la vida humana, incluida la por nacer. El respeto

mutuo, la sinceridad y cordialidad en el trato, la sana libertad en un

clima de paz y justicia, el diálogo, la confianza, el perdón, la

verdad, la comunicación.

Y recordemos algo muy importante que no podemos abandonar.

La familia que reza permanece unida.

Me gustaría, que como el leproso del que habla el evangelio que

regresó a dar gracias al Señor, demos nosotros también gracias a

Dios por el regalo de la Familia Cristiana, y con agradecimiento lo

sepamos valorar, custodiar y defender.

Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico

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