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Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico

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Por ejemplo, podemos hacer muchas compras, adornar nuestras

casas y calles, hacer parrandas, entonar villancicos, comer lechón,

pero, ¿Dónde queda Jesús?

Un ejemplo lo tenemos en el día del domingo. En el Domingo

muchos cristianos duermen, pasean hacen deporte, aprovechan

para ir de compras, pero no tienen tiempo para practicar su fe con

la comunidad.

Lo más interesante del Adviento es que estamos ya en la antesala

de la venida de Jesús, en quien debe fija nuestra mirada y

palpitante nuestro corazón. Jesús ha de ser el centro, Jesús es el

protagonista para cuya venida nos preparamos.

Como cristianos no dejemos que el espíritu consumista, los viernes

negros, las músicas ruidosas, las canciones vacías de contenido, las

luces multicolores intermitentes, los anuncios engañosos, las trullas,

opaquen el Adviento, y el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo.

El Adviento es tiempo de vigilancia ante la venida o llegada del

Señor, pero también de esperanza, del que esta esperando la

llegada del Salvador, del que viene a liberarnos, a rescatarnos de

la esclavitud del pecado y de la muerte.

Quisiera subrayar que la esperanza cristiana esta fundamentada en

la certeza de que lo que esperamos sucederá. Esperamos la venida

del Señor, esperamos un Salvador que rompa las cadenas del

pecado y de la muerte. La esperanza no cristiana se identifica más

bien con la espera de algo que puede suceder, o puede no

suceder. Tengo la esperanza de que mañana salga el sol, de que

me pegue en la bonoloto o en la primitiva. Puede que si, puede

que no, aunque lo más probable es que no.

En los momentos críticos, de crisis socio-económica, por no hablar

de otras crisis, como la de valores humanos y cristianos, de

seguridad ciudadana, educativa, de salud, laboral, por los que

atraviesa Puerto Rico, seguramente que todos anhelamos que

alguien ponga remedio y solucione todos los males que aquejan a

la sociedad. Alguien que imparta justicia y traiga la paz. Pues bien,

ese Alguien tiene un nombre: se llama Jesús.

El profeta Isaías, cuyos anuncios proféticos mesiánicos están sin

duda entre los más bellos del Antiguo Testamento, refiriéndose al

Mesías dice que Dios suscitará a David un germen de justicia, que

practicará el derecho y la justicia en la tierra… al que llamaran