Table of Contents Table of Contents
Previous Page  68 / 196 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 68 / 196 Next Page
Page Background

Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico

66

Estamos en el segundo domingo de Aviento. En el domingo anterior

el Señor nos exhortaba a la vigilancia. De acuerdo con la liturgia, y

tal como explicábamos el pasado domingo, adviento, que significa

venida, llegada, se refiere a dos venidas de Jesús. La primera, la

que aconteció en Belén de Judá hace más de dos mil años, y la

segunda la que tendrá lugar al final de los tiempos, cuando Jesús

vendrá, revestido de poder y majestad, para implantar la justicia

sobre el mundo.

De esta segunda venida, nadie sabe ni el día ni la hora. Sólo lo

sabe el Padre que está en los cielos y no lo ha querido revelar. No

hay que dar fe a los falsos profetas o agoreros. Han fallado todas

las predicciones. Por lo que tampoco hay que hacer caso a los

agoreros que anuncian el fin del mundo en el año 2012. Nadie sabe

ni el día ni la hora. Es más sabio seguir el consejo que nos daba

Jesús en el evangelio del domingo: "Estad preparados: porque a la

hora que menos penséis vendrá el Hijo del Hombre".

Al recordarnos esta segunda venida, el adviento invita a estar

preparados, a mantenernos alerta, despiertos, vigilantes, y como

aconseja San Pedro en su segunda carta (2 Pt. 3,10), mientras

"esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre

en paz con Él, inmaculados e irreprochables".

San Bernardo habla de una tercera venida. "Además de la primera

y de la última, hay, dice, una venida intermedia. Aquéllas son

visibles, pero ésta no... La Intermedia, en cambio, es oculta, y en

ella sólo los elegidos ven al Señor en lo más íntimo de sí mismos, y así

sus almas se salvan... Y para que nadie piense que es pura

invención lo que estamos diciendo de esta venida intermedia, oídle

a él mismo: El que me ama – nos dice - guardará mi palabra y mi

Padre lo amará, y vendremos a él."

Estoy con San Bernardo. Pobre sería el Adviento, si sólo sirviese para

recordarnos la primera venida de Jesús al mundo, y saber que ha

de volver al final de los tiempos; pero ninguna mella deja en